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lunes, marzo 14, 2005

A los morbosos que vengan del blog de Gloomy a ver algo de su post sobre mí lamento decepcionarlos al avisar que eso quedó, tanto para él como para mí, en un malentendido, así que aquí (ni allá, seguramente) verán espectáculo al respecto.

Pero lo que saqué de leer el post fue el recuerdo de una situación muy particular a partir de la evocación de un personaje que hizo Gloomy: la "ex alumna CNBA".
Es raro porque no se cumple (por lo general) con los varones. Tengo varios compañeros ex Buenos Aires y no son así. Pero vaya uno a saber por qué motivo confluyen en "el colegio" (así le dicen; porque no hay otros sobre la faz del universo) factores que, combinados con la feminidad, explotan en una soberbia desagradable. Podría llenar este post de caracteres intentando describir y analizar el perfil chica Nacional Buenos Aires, pero creo que una anécdota es más ilustrativa, y divertida para quien no le interese participar de la crítica. Aclaración innecesaria: como en toda generalización existen las excepciones. No me las he cruzado, pero deben existir, qué se yo...

La anécdota es real, le sucedió a un amigo mío muy cercano. Se trata de un gran violoncellista (y muchas cosas más, pero lo que concierne a la anécdota es eso) desde su infancia que a los 18 años, momento en el que transcurre esta historia, ensayaba de lunes a sábado por la mañana en la Estable del Colón. Como iba a irse a perfeccionar sus estudios a Alemania se anotó para empezar un curso de dicha lengua en los extracurriculares de la U.B.A. los sábados a la tarde.
La primera clase el profesor pregunta a todos para qué estudian Alemán. Todos responden "para trabajar, para viajar, para conocer la lengua". Ella responde "para leer en idioma original algunos clásicos: Goehte, Marx, Hegel..."

Hasta ahí todo normal. Lo gracioso ocurrió el sábado siguiente, cuando (por segunda vez) mi amigo llegó a clase con el estuche del violoncello tras el ensayo. Como se imaginarán, no es un piccolo que entra en un bolsillo ni una traversa o un oboe que entran en una mochila. Y por lo general, al menos por su tamaño, se hace notar.

Sin resistir su desplazamiento del centro de atención no dudó en encararlo, y delante de todo el mundo le preguntó:

"vos eso lo tocás, o simplemente lo paseás??"

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