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miércoles, marzo 23, 2005

Eric Hobsbawm, probablemente el historiador más reconocido de las últimas décadas, escribió un libro que se llama "sobre la historia".

Al reingresar al mundo de los blogs se me ocurrió cliquear algunos links... eso me hizo dar cuenta de por qué dejé de hablar drásticamente con alguna gente (y también de que el tiempo no surte ningún efecto sobre la gente); fue ahí cuando se me vino Hobsbawm a la cabeza y se me ocurrió que "sobre la histeria" sería un buen título para el post.

Me costaría mucho analizarlo con los hombres, porque no entiendo los códigos de la histeria masculina (de la cual no me excluyo, mas es inconsciente) pero con las mujeres se vislumbra a kilómetros. Y me di cuenta también de que no es una casualidad...

¿Qué es la histeria? La psicóloga habitué puede hacerme de asesora científica. Pero en lo que a mí respecta, la histeria es "tirar la pieda y esconder la mano"; no hacerse cargo de lo que transmite verbal, física o actitudinalmente.

La pantalla es el mejor "protector" y fomentador de la histeria. Porque presencialmente, la histeria tiene un límite: llega el momento en el que ni aún la más perversa de las histéricas puede desconocer que si calienta hasta un nivel, el tipo va a reaccionar mandándola a la mierda, o violándola. Entonces presencialmente, la "calentada" tiene un límite.
Pero la computadora permite decir, desdecir, hacer, deshacer, y mantener un juego que podrá no concretarse nunca y perpetuarse. Situación ideal del histérico, la pantalla es esa instancia donde la intelectualidad se permite esta situación antinatural donde hombres y mujeres (no ya nenes y nenas) juegan a ser hombres y mujeres, pero sin sexo. Eso no existe, no es ni hombre ni mujer; cualquier ignorante en materia psicológica sabe que la construcción psíquica del individuo se origina, basa y fundamenta en su sexualidad física, que luego irá encontrando formas intelectuales elaboradas propias de cada uno. Entonces no existe argumentar que no somos hombres, ni mujeres ni nada.... la asexualidad no existe, mis queridos ingenuos... Aquellos que quieran abrir los ojos al mundo, adelante. Los demás, sigan perdiendo su tiempo.

Las mujeres que me consideren "primitivo" y que crean que tienen un millón de amigos como Roberto Carlos, sigan así que hay pocos castigos peores que esos (creer que se tiene un millón de amigos y ser como Roberto Carlos...)

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